miércoles, 9 de febrero de 2011

No hay muchas canciones que hablen de mí

¿Os habéis enamorado alguna vez? ¿habéis sentido esos nervios agarrados en el estómago? ¿esa tensión que algunos llaman “tener mariposas”? ¿Esa cara de tont@, esa sonrisas permanente, esos suspiros de España y Portugal?

El amor, la pasión y la locura son lo mismo; por lo menos para mí. No concibo una relación sin tormento y sin éxtasis; una relación que no te desgarre las entrañas, que no consiga que hagas cosas excepcionales…
Quizá por lo dramático de mi naturaleza pienso que nadie ama como yo; que cualquier enamorado siente menos intensidad de la que yo siento; que quiero hasta las últimas consecuencias y que sufro hasta tener el alma hecha jirones.

Siempre he estado convencida de que la intensidad con la que vivo y con la que respiro me hace única, pero de repente, un día… me paro a pensar en que “todas las canciones hablan de mi”. Y ese “mi” no soy yo, sino cada persona que conozco y más de la mitad de las que no conozco.
Ese “mí” eres tú… y tú… y tú…
¿Quién no ha dicho “nadie te va a querer como yo”, “nunca he sentido esto antes”, “quiero pasar el resto de mi vida contigo”…? Todos lo hemos dicho, lo hemos pensado y lo hemos sentido… y en algunas ocasiones, no sólo por una persona.
No digo que sea mentira, que sean comentarios manidos… Cada día aprendemos, cada día vivimos nuevas experiencias que hacen que no seamos los mismos que hace un año… y cada día, con la poca o la mucha sabiduría que hayamos acumulado, reformulamos las premisas, afirmamos desde una nueva perspectiva que nadie puede querer como nosotros, que nunca habíamos sentido nada parecido y que el resto de nuestras vidas está unido al de otra persona. Y es verdad.

No somos tan únicos como pensamos; si lo fuésemos, nunca nos emocionarían las letras de las canciones más tristes del mundo, porque no llegarían al nivel de excelencia dolorosa o amorosa que uno ha experimentado… No pensaríamos “están cantando mi vida” o “me leen el pensamiento”. Cada uno siente como sólo uno sabe, pero todos sentimos lo mismo.

Es triste pensar que no somos tan especiales como creíamos, que otros han vivido exactamente lo mismo que nosotros… pero también hace que tengamos la esperanza de que otro pueda sentir por nosotros lo mismo que nosotros somos capaces de sentir.

A mí se me eriza la piel sólo de pensar que alguien pueda volverse loco por mí de igual manera que yo enloquezco.

No obstante he de confesar algo: no hay muchas canciones que hablen de mí; no me he descubierto entre demasiadas letras… pero sí en algún que otro verso de la cordura de la Lokura.

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