domingo, 2 de noviembre de 2014

Tengo bigote

Las mujeres somos, en general, muy de hablar.
Eso a veces es un inconveniente. Pero otras es una gran ventaja.

Es bueno cuando nos ayuda a expresar lo que sentimos.
Cuando hace que compartamos nuestras alegrías, inquietudes y preocupaciones.
Sabemos que en muchos casos, la persona con la que nos desahogamos no tiene la solución a nuestros problemas, y es posible que, aunque la tenga, no sea eso lo que buscamos.
"¿Entonces, para qué se lo contáis?" -preguntaréis vosotros, atolondrados machos, decididos dar respuesta a nuestras preguntas-.

PARA LIBERARNOS.

Conversar aligera el peso del mundo, creednos, lo sabemos.
Crea lazos. Estrecha vínculos.
Deberíais probarlo.

Y esa es mi propuesta.

Porque nosotras hablamos mucho y de todo. O de casi todo.
Y eso nos sirve para estar más unidas, para solidarizarnos más, para entendernos mejor.
Nos contamos cuándo nos mira un chulazo, cuando hemos tenido un día horrible en el trabajo y cuando estamos preocupadas porque nos tenemos que hacer una prueba médica.

Y nos apoyamos.
Y nos comprendemos.

Y a vosotros también os miran pibones, también pasáis días de mierda y también tenéis que ir al médico.
Y vosotros, por desgracia, también padecéis cánceres específicos de vuestro género.

Este año, he decidido unirme a la fundación no gubernamental Movember, que promueve que durante el mes de Noviembre, los hombres se dejen crecer bigote como símbolo de apoyo en la lucha contra el cáncer de próstata y de testículos; y sean, a la vez, anuncio, ejemplo y tema de conversación.

Sí, soy absolutamente fan de la barba, pero una causa tan noble, bien vale que este mes mi corazón esté con los bigotudos.



Se trata de concienciar a la población, de hablar de lo importante que es la salud masculina, de que los hombres sientan que no están solos, de recaudar fondos para financiar los programas en la lucha contra estas enfermedades...
Para todo esto, yo he creado mi propio equipo Movember al que os podéis unir para saber más y participar.


Pasad sin llamar, estáis invitados: Movember/Mo Sista_CarlaRojo

La página oficial es esta: Movember
Si os mola lo que véis, en la parte superior derecha hay un espacio en blanco para buscar.
Para colaborar conmigo podéis escribir dos cosas:

- Carla Rojo (soy la "capitana" de mi equipo)
- Bigoters (es el nombre de mi grupo)

¡O cread vuestro propio equipo!

¡Uníos a la causa, vosotros leedlo todo, concienciad, bigotead, donad!
¡Vosotras participad, corred la voz, haced una donación apoyad a los hombres de vuestra vida!




Mil millones de gracias :)

miércoles, 29 de octubre de 2014

Wishlist

Queda exactamente una semana para mi cumpleaños.
Y no os aviso para que me felicitéis. De eso ya se encargará Facebook.
Lo pongo por escrito porque estos días hay una pregunta recurrente entre personas de mi entorno... "¿Qué quieres que te regale?..."

Pues bien, lo he pensado.
En realidad es algo que siempre me ha gustado, que siempre he querido, que cuando era más pequeña tenía y que quiero recuperar.

Quiero recibir cartas.
También postales.

Ya está.
Así de simple y así de complicado.






lunes, 13 de octubre de 2014

My sis, my love

Hace un tiempo estaba hablando con un amigo y me preguntó algo que no me había cuestionado antes: ¿Cómo es tener una hermana?

Me paré un segundo y lo primero que me salió fue “es como tener una amiga, a la que quieres con la misma intensidad que a tus padres”.
Parece que él se quedó tranquilo, pero yo no.
Me pareció una pregunta tremendamente complicada para una respuesta tan simple. Y desde entonces llevo dándole vueltas al asunto. Porque sí, es eso. Pero no, no es sólo eso.

Mi hermana ha sido mi primera referencia de prácticamente todo.
La única cara conocida en el colegio el primer día de clase y el babi al que me agarré en ese mismo instante, aunque por mucho que lo intentásemos, la profesora no me dejase quedarme en su clase.

Ha sido mi primera pelea y mi primera defensora.

¿Cómo es?
Es tener a alguien con quien compartir lo bueno, a quien pedir consejo en lo malo.
Es a quien tienes que mirar cuando tus padres te regañan, porque si no tienes razón, te dice que te relajes con los ojos, y si la tienes, te mira en plan “estoy contigo, tú ni caso”.

Es la primera persona con la que te entiendes sólo con una mirada, y eso es mágico.

Es la primera persona a la que espías. Con la que urdes planes de cualquier tipo, con quien tiendes tus primeras emboscadas y la primera con la que compartes el botín.

Es quien vigila que no te pille tu madre mientras repartes tu puré en el resto de platos de la mesa; y a quien se lo echas cuando es ella la que no mira.

Es tu primera compañera de habitación, de viaje; es con quien tienes secretos que nadie sabe ni se imagina, como en Roma.

Es con quien ves la misma película una y mil veces… Hasta que os sabéis los diálogos, las canciones, el vestuario…

Es quien te despierta de madrugada para contarte que se ha encontrado con el chico que le gusta.
Es la primera de la familia en enterarse de que te gusta un chico o de que estás saliendo con alguien.

Es con quien te pegabas por las chucherías y con quien ahora las compartes encantada cuando tienes alguna en el bolso.

¿Cómo es tener una hermana?
Es puro contraste. Es sobre todo, y ante todo amor. Pero también guerra. Por eso nosotras, y solo nosotras podemos meternos la una con la otra, y un segundo después, defendernos como leonas de cualquier ataque externo.

No tengo las palabras exactas para definir cómo es tener una hermana.

Sólo sé que soy tremendamente afortunada de tenerte a ti como hermana.


jueves, 3 de julio de 2014

Efecto Mariposa

Me encantan las teoría que lo relacionan todo.
A la humanidad entera a través de seis grados de separación.
Lo que sucede en Hong Kong o Nueva York hilvanado por las alas de una mariposa...
O esas historias escritas en libros que no tienen nada que ver, pero que, no sabes cómo, van a acabar juntas y revueltas.

Un día cualquiera empecé a escribir un post, un poco triste, sobre las muchas y altas expectativas que había tenido laboralmente, y el impacto que supuso la cruda, crudísima realidad.
Casi tanto como el Juicio por combate entre el Príncipe Oberyn y La Montaña.

Y sobre las ganas que tenía de volver a la radio.

Hace unas semanas, mi madre extravió su teléfono, y cuando lo daba por perdido...

Volví a las ondas

Gracias, Adriana Mourelos y a todo el equipo de mi Hablar.

lunes, 30 de junio de 2014

Gestos que cambian el mundo

Hace un tiempo hablaba de la bondad de  acariciar a un extraño. Sigo convencida de que tocamos tanto nuestros teléfonos, que se nos está olvidando el tacto de los demás.

También leí hace poco un artículo sobre por qué los rusos no sonríen (o más bien por qué son más selectivos con este gesto). Por no dejar a nadie con la duda, resumo que es porque allí, la sonrisa no tiene connotaciones sociales, ni se regala. O eso decían.

Pues bien, últimamente sonrío más.
No es que tenga nada en contra de Rusia.
Es que me ha dado por ahí.
Es bonito y no sólo alegra a quien la recibe, sino que te va sumando puntos a ti también.
Y lo que beneficia a todas las partes implicadas me parece, por definición, bueno.

A mi me gusta tanto que me sonrían, que alguna vez ha llegado a cambiarme el día un desconocido risueño.

Así que sólo les pido un favor... Miren a las personas a los ojos... ¡Y sonrían!


miércoles, 7 de mayo de 2014

Me importas tú...

Tengo personas favoritas, y eso no es ningún secreto.
Soy muy de hacerme fan de gente, muy yonki de lo que me gusta; y a veces me da la sensación de que cada día mojo a una groupie en el café y me la desayuno.

Y me refiero a profanos.

Soy admiradora incondicional de gente que de una u otra manera ha pasado por mi vida y me ha transmitido cosas.

Es muy posible que hable con ellos casi a diario. O que haga años que no les veo.
Soy tan incondicional como inconstante a ojos inexpertos.
Pero quien sabe mirarme... ¡Oh, quien conoce mis dos claves y media no duda que tengo nombres en los labios para casi cada escenario!

Soy una persona de afectos casi fijos. Y nostálgicos. Si te he querido en el pasado, a no ser que me jodas, es raro que no te siga queriendo.
Por eso me llevo también grandes decepciones, porque para mí el tiempo es del todo relativo y no se me pasan los amores. Sé que a mucha gente sí.
Lo acepto, aunque no lo entienda.

Pero he de confesaros una cosa: Si estáis aquí, si de vez en cuando os pasáis por aquí y me leéis... Me gustáis.




miércoles, 23 de abril de 2014

Espera(me)

Hay gente que está en un permanente estado de espera.
Muchos.
Me atrevería a decir que todos.

A veces la espera es activa, despierta, voraz.
Otras está acunada en un hombro; escondida de la vista pero dispuesta a despertar y ponerse de puntillas, y susurrarte: YA.
O enredada en las pestañas... Oculta, pero preparada para descolgarse ante tus ojos y mirarte fijamente.

Hay gente que, incluso cuando cree que ya no espera, se sorprende aguantando. Y aguardando.
Porque esperar es acechar, quedarse, permanecer. Pero también es aspirar, creer, confiar...
Y eso, no puede ser casualidad.


sábado, 12 de abril de 2014

Respiro casi tranquila.
Aspiro el momento, hinchando el pecho y llenando mis ojos de aire.

Alguien que no eres tú ha dicho las palabras mágicas.
La fórmula secreta.

Alguien que no eres tú y que no conoce mis debilidades... y por tanto, no sabe que ha pellizcado mi talón de Aquiles.

Y aunque se me ha movido algo dentro, nadie lo sabe. Sólo yo.
Y no tengo que pensar si ha habido intencionalidad en su discurso.

La vida, a veces, es más fácil. Y sólo somos nosotros los que nos empeñamos en viciarla.

Y he temblado un poco, y te he pensado. No mucho.
Sólo un momento, porque ya ni me acordaba de cómo sonabas al pronunciarla.
Y hasta me ha hecho ilusión. No acordarme de ti, sino lo poco, cuantitativamente hablando, que te he recordado.
Bueno, escucharte en mis oídos también, pero es algo que no te diré jamás.

Y lo que me sigue sorprendiendo es la capacidad que tenemos para re-sentir, para re-descubrir; para que un detalle despierte algo que estaba dormido, un recuerdo olvidado.

Creo que esto es lo que yo entiendo de lo que decía Shakespeare "We are such stuff as dreams are made on, and our little life is rounded with a sleep".

O algo así.

miércoles, 9 de abril de 2014

Un bombón que sopla una tarta

Hay fechas que son personas, y el 9 de abril es Teresa.

Teresa es música, así en general, porque no es sólo un estilo. No es un cantante, un grupo o una sóla emisora de radio.
Es Freddie Mercury, Alt-J, Muse, Florence and the Machine, Sergio Dalma, Metronomy, Máxima FM...
Es la rabia y el humor escritos en una entrada de un concierto de Supersubmarina metida en el cajón de una cafetería de Malasaña.
Es un giro dramático en un bar diciéndole a alguien que la canción que suena es Crystalised de The XX.

Teresa es detallismo, pero detallismo ilustrado.
Esa clase de personas que se acuerda de ti, y te lo demuestra: con cositas pequeñas (que a mi me enamoran el alma) y con cosas grandes (está siempre, de una u otra forma, a tu lado o en la sombra, dándote espacio, pero siempre presente).

Teresa es un mapa, porque es extremadamente sencilla si sabes leerla, y tan compleja como un viaje.
Es una excelente compañera de travesía (en todos los sentidos), alguien con quien es fácil visitar los destinos a los que quieres ir, y que comparte contigo las rutas que quiere descubrir. Quid pro quo buenrollístico.

Es una hamburguesa Tom y Mel's, unas piezas de sushi, unas fajitas de La Herradura o un bacalao regado con Muralhas en Aveiro.

Es una tónica, un Spritz, un Amaretto Sour, un gin tonic de una marca que el mejor barman del mundo no conoce... o agua; limpia y cristalina. Como ella.

Es una camiseta del Madrid, unas zapatillas de correr, un vestido vaporoso o un abrigo de peluche guepardero.

Pertenece a ese selecto club de personas que pueden abrir nuestra nevera con impunidad, y al exclusivo, exclusivísimo, que tiene zapatillas de andar por casa propias en mi armario.

Siendo tantas cosas, es además, una gran amiga. Y por eso, mis 9 de abril son de Teresita.

¡Muchas felicidades, requetepreciosa (a la vista está), nunca nos cansaremos de desearte de lo bueno, lo mejor!

martes, 18 de marzo de 2014

Siempre la luna


La luna me vuelve loca.
No quiero decir que experimente extrañas reacciones bajo su influjo.
Ni que sea una lunática.
Bueno, tal vez sí... Por muchos motivos, y casi todos sanos.

Podría decir que no sé qué es lo que me atrae tanto de ella. Pero mentiría.

Me maravilla cuando sale, lo grande y luminosa que se ve al alzarse sólo un poco sobre el horizonte.
Y me atrapa como enganchan las series; como las galletitas saladas; como los aromas que te transportan sin mover ni un milímetro los pies.

Pero lo que de verdad me embruja, me sorprende y me conmueve es que nos une y nos iguala.
Que la misma luna que yo veo en el cielo sea la que ven en Barcelona, India o Budapest al levantar la vista me parece, sencillamente, espectacular.

Que a cientos, o miles, de kilómetros tú y yo miremos al cielo y veamos lo mismo es una puta maravilla.





viernes, 28 de febrero de 2014

Acaricia a un extraño

Hoy iba en el autobús, y a mi lado, un señor refunfuñando durante todo el trayecto.
Por un error de cálculo, o más bien, por agarrarme a la barra sin mirar, le he cogido la mano un segundo.
He quitado la mano, le he sonreído y le he pedido perdón
Él también ha sonreído y le ha cambiado la cara el resto del viaje. No ha vuelto a farfullar.

Hay veces que la gente sólo necesita un poco de cariño.





miércoles, 19 de febrero de 2014

Como en un campo de minas

Estamos hechos de rechazos.
De éxitos también, pero no se aprende tanto.
En la vida, en el amor... Nos movemos en un campo de minas.

A mi me han dicho que no unas cuantas veces, y al ver esta foto me he acordado de la primera.
¡Ah, la adolescencia! Cuando crees que le tienes que decir al chico que te gusta, precisamente eso, que te gusta, porque a lo mejor, sólo a lo mejor, verte sonreír como una idiota cada vez que le miras o hablas con él no es indicio suficiente...


Sí, así fue. Como en Desayuno con Diamantes... y está claro que yo era él. Y que la situación era menos intensa.
Sin Audrey, sin gato y sin Moon River de fondo.

Qué romántica es Moon River, por cierto.

Pero la idea es la misma.

Y si lo pienso... que tonta he sido. Y hemos sido todos. Que yo no quería joyas y una cartera llena de billetacos, como la boba de Holly Golightly.
Aunque el momento croissant delante del escaparate me parezca, sencillamente, espectacular.

Nos hemos creído la historia de que tiene que salir bien. Y a veces lo bueno es lo otro, aprender de ese "gracias".
Ese gracias de mierda que no constituye una respuesta, aunque lo diga la mismísima Hepburn.
Ese gracias.

Yo, por ejemplo, no me sentí dolida, pero sí pensé que había 100 maneras mejores de responder a una declaración.Y nunca he contestado así a una.

Gracias, primer chico al que me declaré, por tu respuesta. Me sirvió para ser mejor en las mías.

Damos más valor al "y comieron perdices" que al "Érase una vez", y así nos va, claro...


Esta historia es bonita, justo, porque es así...

Hace poco leí un libro que me enganchó. Tenía un montón de personajes y referencias que me encantaban y que me hacían sonreír a medida que los iba descubriendo. Y cuando llegó el final...
¡Oh, qué soberano golpe en el estómago!
¡Que decepción!
¡Qué mal final!

Y dos segundos después...
Las cinco palabras que hacen que se te arrugue el alma: "por favor, valora este libro".
Y ahí me vi yo... Pensando en lo poco que me había durado la lectura, en lo feliz que me había hecho... Y en la mierda seca que era el final.
¿Qué hacer?
Pues lo vi claro: valorar el tiempo de disfrute y el tiempo de decepción.
En mi caso, lo pasé mejor que peor leyendo; así que la puntuación fue más positiva que negativa.

Disfrutar el camino...

"Coged las rosas mientras podáis" que decía Robert Herrick...

Pues lo mismo con todo.

¡Disfrutemos del rechazo, saquemos lo bueno que tenga! Muchas veces, con el paso del tiempo, nos alegramos de no haber conseguido lo que quisimos. Y está bien.








martes, 21 de enero de 2014

Rumbo precipitado

Empieza a llover y elijo el camino más largo.

No puedo evitar que me guste la lluvia, ni que en cuanto empiezo a mojarme, mis pies tomen el rumbo que más dista de mi destino.
Porque me gusta sentir como el agua fría cae por mi mente, como me empapa el pelo, el cuerpo, y me lleva, inexcusablemente al pasado.

Porque la lluvia es pretérito siempre, es recuerdo, es nostalgia.
Como las estaciones de tren.
Como las canciones que se te olvidan.
Como los besos que no has dado.