lunes, 15 de octubre de 2012

Querida Daniela

Ahora que ya estamos todos más calmados;
ahora que ya ha pasado el gran día...
Quiero aprovechar para compartir mi aportación a una boda tan preciosa y, de paso, agradecer a los "culpables" que han pensado y confiado en mi.

No sé si os hacéis una idea de lo que significa, para alguien a quien le encanta escribir, que personas a las que tienes mucho cariño quieran que les dediques unas palabras en un día tan bonito...
Por si todavía alguien no se lo imagina, es muy emocionante y especial.
Gracias. De corazón.

Así que aquí está...

"¿Qué puedo decirles a dos personas que saben más que yo de la vida…? Ésa fue mi primera idea cuando la emoción por participar en un momento tan importante me dejó pensar.

Y por arte de magia, como suceden las mejores cosas en este mundo, me di cuenta de que había alguien a quien sí le podría venir bien saber un poco más de esta historia, porque, al fin y al cabo, a las princesas también les gustan los cuentos…

Querida Daniela:
Había una vez una chica muy guapa, de pelo moreno, ojos orientales y sonrisa encantadora que se dedicaba a crear y decorar palacios. Un día, un joven, le pidió ayuda para poner bonita su casa y gracias a él, conoció a un caballero que adoraba las películas y ayudaba a la gente a hacer realidad sus sueños…
Se conocieron, se gustaron a pesar de sus diferencias… o precisamente por ellas (que es lo importante). Se enamoraron… y como se querían tanto… tanto, tanto, llamaron a una cigüeña para que les trajese una princesita con los ojos de su madre, y los gestos de su padre.

Buscaron y buscaron hasta dar con el nombre perfecto para la niña perfecta; un nombre que les gustó a los dos… y que además recordaba cómo había surgido el amor entre la Dama de los Ojos de Oriente y el Caballero que Amaba el Cine. Así pues, llamaron a la Princesita "Daniela”, y, desde que nació, enamoró a cada persona que la conoció… a sus “itos”, a sus abuelos, a su madrina Pauli, a su padrino Dani, a su tío Javier… y a toda su familia: la de verdad, y a la que se elige.

Y llegó un día en el que la dama y el caballero se fueron de viaje a la Ciudad Eterna… Y allí, en un bonito restaurante, recomendado por un amante de Roma; en la Vía Veneto de Fellini, él le sorprendió con un anillo y le propuso compartir su Dolce Vita… y ella lloró y lloró de la emoción… y le dijo, como hoy, que sí.

Porque las verdaderas historias de amor siempre terminan con un final feliz, que no es sino el comienzo de algo aún mejor."

domingo, 23 de septiembre de 2012

Los que maduran


La gente se hace mayor.
Yo no.
No es que los demás envejezcan y yo me mantenga joven, a lo Dorian Gray; no es eso.
Bueno sí, pero no es "sólo" eso.
No es que a mi alrededor se noten los estragos de los años y yo sea una perita en dulce. Es que la gente madura, crece, y yo sigo siendo la misma niña un poco tonta y muy despistada que al hacer los tests del colegio apuntaba poca atención y mucha imaginación.
Y a mi siempre me ha parecido normal; porque siempre me ha gustado más el mundo que yo he creado, que el que otros me han dejado, porque... francamente, cómo la han cagado. Pero es es aparte.

Sigo siendo la misma niña que se distrae si se da cuenta de que la persona a la que tiene delante le da igual hablar con ella o con una taza.
Sigo siendo la misma niña a la que le cuesta horrores hacer cosas con las que no está de acuerdo si no le dan argumentos que le convenzan.
Sigo siendo la misma niña que odia las palomas.
Sigo siendo la misma niña que, cuando se junta con sus amigas, se siente una superheroína y tiene absolutamente claro que ellas también lo son.
Sigo siendo la misma niña que juega a las cocinitas; sólo que ahora el fuego es de verdad.
Sigo siendo la misma niña que juega a ser periodista, sólo que ahora... no, eso, por desgracia, no ha cambiado.

El caso es que miro a mi alrededor, y veo que el mundo evoluciona, que la gente se hace mayor, y yo no. Pero no sólo me pasa a mi. Hace poco hablaba con una amiga, que siente lo mismo que yo siento.

Tenemos esa edad en la que nuestros amigos precoces, empiezan a tomar decisiones "de mayores". Algunos se prometen, otros se casan, otros se embarazan, otros alumbran... y nosotras somos las espectadoras de estos momentos... y nos miramos con los ojos como platos... y nos reímos porque no sabemos qué decir o qué pensar... porque aunque nuestra alegría acompaña a todos aquellos que emprenden nuevos caminos, nosotras seguimos siendo pequeñas.

Si me miro, y miro a la que fui hace unos cuantos años, no veo tanta diferencia; no creo que haya cambiado tanto. Creo que en algún punto entre las ganas que tenía de madurar y las poca necesidad que le veo ahora, me he encontrado; pero no en el sentido del Oráculo de Delfos de conocerse a uno mismo, no. Sino que me he topado conmigo misma recorriendo un camino en dos sentidos; por un lado, andando hacia delante, y por otro, haciendo el moonwalk.

Y no es malo, porque a lo mejor, un poco de Nosce te ipsum sí que ha habido entre ambos puntos... o mucho, aunque aún tenga mucho que hacer, aunque aún tenga mucho por vivir...
Sí que creo que, si algo he aprendido estos años, es a intentar entenderme y ayudarme. No siempre me escucho, ni siempre me hago caso... Pero tampoco me enfado mucho por eso, porque también conozco mis debilidades...
En fin, que sigo siendo pequeña... porque creo que crezco para dentro.

viernes, 31 de agosto de 2012

¡Felicidades vidita!


Hoy es un día muy especial. Y lo es porque cumple años una persona muy especial por sí sola... y muy especial para mi.

¿Y por qué le dedico un post? Porque siempre me lee y me dice que le gusta lo que escribo... y me hace sentir como la mejor de las escritoras... y lo pone al alcance de toda la gente a la que conoce... y yo la quiero todavía un poquito más, cuando parece que ya no podría...

Hace mucho tiempo que conozco a Ana. Aunque nunca es suficiente.
Nos conocimos el primer día que nuestros pies pisaron la facultad... y no nos hemos separado desde entonces. Es cierto que nos vemos mucho menos (¡Ojalá pudiésemos mantener el ritmo de visita diario!), pero es de ese selecto grupo de personas por el que siento que si no hablo con ellas en mucho tiempo, "no pasa nada", porque sigo sintiendo lo mismo, sigo queriéndola igual, sigo deseándole lo mejor... y cuando vuelvo a verla... es como si no hubiese pasado el tiempo... Seguimos siendo las mismas de hace años, con las mismas bromas, las mismas tonterías y los mismos achuchones.

Ana es, ante todo, una buena persona.
Es nerviosa, aunque parece que con los años se ha tranquilizado algo.
Es lista.
Es trabajadora.
Es divertida.
Se pica con facilidad.
Es cariñosa. Muy cariñosa.
Es muy sensible.
Es leal.
Es sexy.
Es fiestera.
Es casera.
Es familiar.
Es detallista.
Es cabezota.
Es generosa.
Es empática.
Es todo lo bueno que se pueda decir de alguien... Es ella. Es mi vidita. Es Ana.

¿Por qué "mi vidita"? Hace tiempo descubrimos que en nuestras familias, y en nuestras vidas, había una serie de coincidencias que eran señal inequívoca de que llevábamos vidas paralelas... Así que, desde ese momento, siempre la he llamado así. Y siempre lo haré.

Con la edad con la que nos conocimos no es tan normal, como cuando eres pequeño, conocer a la familia de tus amigos; esa norma no va con la familia de Ana.
Los Palacio Sierra son tremendamente acogedores, encantadores... y el resto de la familia también, porque son muchos... y conozco a alguno que otro.
Ana no sería la que es sin su famiia. Por lo menos, yo no me la imagino desligada de Laura (su hermana), o de sus padres.
Son una piña, con muchas cosas en común, muchas cosas que les diferencia, pero con un amor sobrehumano por encima de todo.
Tampoco me imagino a las denominadas "Hermanísimas" por un compañero de la facultad, lejos del resto de la familia. Un grupo enorme de gente de todas las edades con muchas ganas de estar juntos y de pasarlo bien. ¡Qué cumpleaños! ¡Qué celebraciones!

Ana es como es por toda la gente que tiene alrededor... pero, sobre todo, por ella misma.
Es única, inigualable e irrepetible.
Tiene una cara tan expresiva que, sólo mirándola, sabes qué tal está.
Tiene las manos suaves y desinteresadas.
Hace unas cosquillitas espectaculares.
Le encanta bailar.

Es mi vidita... y después de escribir de ella un rato, cuando parece que no puedo quererla más... resulta que sí.

lunes, 21 de mayo de 2012

Si un amor no sale bien...


Hace unos días iba en el coche y al hilo de una canción de desamor que sonaba en la radio, el locutor dijo algo así como que: si una historia no sale bien... es porque no era el amor de tu vida.
Recuerdo que fruncí el ceño (sí amigos, voy a ser una viejita muy muy arrugada de tanto reirme y tanto expresarme), recuerdo que miré a la radio y recuerdo que pensé: flaco favor le haces a las quinceañeras que te escuchen.

Habrá pocas personas bajo la capa del cielo más tontas, más románticas y más cursis que yo... pero no nos engañemos, las historias de amor no siempre tienen un final feliz.
No siempre hay perdices, no siempre suenan violines, no siempre el fundido a negro está precedido de sonrisas, lágrimas de emoción y un beso de película.
A veces, tú no eres el amor de la vida de quien es el de la tuya; de la misma forma que, en alguna ocasión, puede que tú seas la perdición de alguien por quien no sientes lo mismo... Es una putada. Sí. Pero es así.

Eso no quiere decir que una persona no pueda tener varios amores, si no... ¿por qué hablamos del "primer amor"?
Si sólo pudiésemos tener uno, no habría necesidad de enumerarlos.
Tampoco quiere decir que cada persona con la que tengamos una mínima relación afectiva vaya a convertirse en uno de esos amores (aunque he de decir que conozco a gente que pierde el sentido con que le dirijan la palabra y, de verdad, se siente enamorado... cuando se le pasa la tontería se da cuenta de que no era amor, pero antes de que llegue ese momento de clarividencia, cuando cree que es la persona definitiva... cuando cree que siente lo que cree que siente... ¿quién soy yo para juzgar la intensidad de su fascinación?).

Volviendo al recuento de amores verdaderos, también podría darse el caso de que alguien no conociese nunca a esa mitad que dicen que nos falta para estar completos. Podría pasar.
No sería lógico que se pueda tener uno o varios, y que no contemplásemos la posibilidad de no tener ninguno.
Podría ser, pero lo veo complicado; si pensamos que somos, como decía Aristóteles, animales políticos, seres sociales, que viven juntos y se relacionan... me cuesta mucho creer que, conociendo a nutrido número de personas (entre colegio, instituto, universidad y/o trabajo, vecinos, etc.) no salte la chispa con nadie.
A este respecto, las matemáticas no fallan (sin tener yo ni idea de nada de eso): cuanta más gente conozcas, más posibilidades tienes de encontrar a alguien similar a ti.
Además, hay un axioma innegable que desbancaría a todas las filosofías conocidas y por conocer; debemos estar orgullosos, porque proviene del saber patrio: "Siempre hay un roto para un descosido".

En cualquier caso, y volviendo al tema que nos ocupa: la vida no siempre sale bien. De hecho... joder, sale bastante mal, ¡¡no hay más que ver cómo termina...!!
Dejando a un lado esto, creo que no nos ayudamos restando importancia a cosas que la tienen.
Tampoco debemos añadírsela.
Es una cuestión de asumir responsabilidades, ni más ni menos.

Nuestra vida no empieza con un amor de pareja y es más que probable que tampoco acabe por este motivo.

El fin de una relación puede, y si ha sido verdadadera, debe ser doloroso. Hay que pasar el "luto". Asumir lo que toque y seguir viviendo. Y mañana será otro día.
Esto no quiere decir ni que vayamos a volver a enamorarnos, ni que no vayamos a hacerlo.
No planeamos el primer amor, de la misma forma que no podremos planear el último. Y en el fondo, da igual, porque es mentira que nos falte una parte.
No necesitamos que nos completen, sino que nos complementen.

lunes, 7 de mayo de 2012

Posts de Twitter by @CarlaRouge

Encabronarte hasta asustar al mismísimo Hades.
Q alguien t toque la Garota de Ipanema con guitarra. Paz. Sonrisa. Recuperar tu forma humana.

Y digo yo... ¿qué necesidad tiene la gente de perturbar mi paz?
Si yo estoy tan tranquilita... con mis tontás y mis cosas... sin hacer daño a nadie... ¿por qué siempre tiene que haber un hijo de la gran puta al que se le ocurre que es una buena idea practicar el noble arte de tocarme los cojones?
RESPIRA... RESPIRA...
Que alguien coja otra guitarra...

En fin, dad gracias a que vivimos en un país en el que no se compran armas como piruletas, porque si no, amigos, con todo mi pacifismo, con toda mi dulzura y con toda mi paciencia... me quedaba sola, hostia.

sábado, 14 de abril de 2012

Post de Twitter by @CarlaRouge

Que la caza sea un deporte tan de reyes
es algo que nos va a dar muchas satisfacciones
a los republicanos de este país...

#BorbonesTróspidos

lunes, 9 de abril de 2012

Zarandeo a mis yoes


Llevo mucho tiempo dándole vueltas y estoy harta.
Estoy harta de que nos valoremos tan poco.
Ya lo he dicho varias veces, pero chicas, es que la cosa no mejora.
Pongo todos los ejemplos en mis carnes porque tengo de sobra y porque aunque os regañe, os entiendo a la perfección. Conozco más de una cabeza por cada caso. Os pasa a todas. Nos pasa a todas.

Caso número 1: Estoy soltera. No tengo pareja, no tengo novio ni que rendirle cuentas más que a mi cabeza o a mi corazón, que el pobre está un poquito maltrecho. Vendado y late con muletas.
(A continuación presentaremos a la MUJER TIPO, que es lo flagrante de la situación...): Soy atractiva, inteligente, tengo trabajo, una vida social más que aceptable pero... me he creído el cuento que un imbécil con novia me ha contado. Y pienso que va a dejarla por mi; que si se ha acostado conmigo es porque le resulto irresistible y que, al fin y al cabo, eso quiere decir que tenemos que estar juntos; que se dará cuenta de su error más tarde o más temprano...
Y por desgracia, las cosas no funcionan así, reina, él es un cabrón que lo que quería era echarte un polvo. Porque un hombre de verdad, si está con una mujer, y se enamora de otra... deja a la primera.
Esto es válido también a la inversa o en parejas del mismo género.
Es cierto que las cosas no son tan sencillas. Que nada suele ser blanco o negro... pero hay veces que es nuclear y azabache, nenas.

Caso número 2: Estoy enamorada de alguien, ese alguien se supone que también lo está de mi, pero necesita aire... Y tenemos nuestros ratitos juntos, que son maravillosos, y cada uno tiene sus ratitos por separado, en los que yo sólo quiero olvidarme de que las manos que me tocan no son las suyas y de que los labios que le besan no son los míos...
Y yo pienso que cuando te enamoras, no necesitas más aire que el que sale de los pulmones del otro, pero intento no pensarlo suspirando en otras bocas que no me alivian, que no calman mi sed, que no cumplen su cometido porque yo sólo quiero estar con él y que él sólo quiera estar conmigo.

Caso número 3: Estoy saliendo con una persona que no sé si es la adecuada para mí.
Le quiero mucho, disfruto a su lado, estoy muy a gusto... pero no sé si necesito algo más.
No sé si el paso de los años te da un amor más sosegado, más tranquilo, más apacible; no sé si es eso o es él. No sé si sigo buscando el amor de los quince años que hacía que te revoloteasen mariposas por el estómago, que enloquecieses...
No sé si a mi edad se puede sentir todavía un vuelco en el estómago al ver a la persona a la que amas.
Y a veces pienso en un novio que tuve, con el que todo era locura y atracción y mariposas no, libélulas, y pájaros, y emoción y tensión... y pienso cómo serían las cosas con él ahora.
Igual que había cosas buenas, había cosas malas, que, casualmente, con mi pareja actual, son estupendas... por eso no puedo evitar preguntarme ¿es mejor una relación de dos intensa y vibrante o una vida feliz y estable?

Caso número 4: Hace mucho tiempo estuve saliendo con el que creo es el hombre de mi vida.
Ya no estamos juntos y ambos hemos rehecho nuestras vidas, pero eso no cambia el que los dos sepamos que él está hecho para mí y yo para él. Ni nuestras vidas, ni nuestras familias... sólo él y yo.
Si nos trasladásemos a miles de kilómetros de nuestras casas, seríamos la pareja más feliz del mundo.
El caso es que una vez reconstruídas nuestras vidas, el fingió olvidarme, yo me lo creí, e hice lo propio, pero de repente irrumpió en mi vida de nuevo... demostrándome que jamás había dejado de seguirme... para desaparecer más tarde. Antes de que se fuese sólo le pedí una cosa: una respuesta, y ¿qué me contestó?
El silencio.
Yo recordé lo que ya le dije una vez: "si no vas a volver, convénceme de que nunca estuviste".
No quiero esperar más.
Sé que ya no va a contestar aunque me siga vigilando.
Lo más triste es que, aunque me duela, a veces sueño una respuesta. Y me imagino apareciendo en la puerta de su casa, mirándole a los ojos y obteniéndola, por fin, de su propia voz.

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¡Y ya está bien!
Grito y zarandeo a mis cuatro yoes...

A mi yo que cree todavía en cuentos le digo lo mismo que a mi yo que tiene una paciencia aérea infinita: ¡¡vales mucho!! ¡vales tanto que no puedes derramar ni una lágrima por alguien que no bebe los vientos por ti! Si tratas a la persona a la que quieres como un rey... tú también debes sentirte reina, no una cortesana más.

A mi yo que quiere vivir el amor maduro con la intensidad de la primera vez le sugiero que anime su relación actual; además, ahora es todo mejor, más experiencia, más seguridad, más conocimiento, más entendimiento... Y ¿quién dice que la estabilidad no puede ser emocionante? Si él es reposado... ¡Dale candela! Como dice la canción, "todo arde si le aplicas la chispa adecuada..."

A mi yo que creyó olvidar para recordar ahora con más fuerza le pregunto: ¿por qué volvió para irse? ¿era tan difícil tu pregunta?
¿Y si no quiere contestar porque él también sabe que estáis hechos el uno para el otro?
O... ¿y si eso sólo lo crees tú y él ahora es feliz, tiene mujer, un crío y tres o cuatro perros y estás a punto de joderle la vida? Asume que si le importaras, algo sabrías ya. Da igual si te sigue, si sabe de ti, si pregunta... Es fácil esconderse en el "es mejor que me odie", "bastante daño he hecho ya", "no quiero complicarte la vida"... Excusas.
Si tan importante hubieses sido en su vida, te llamaría, te escribiría un email, una carta, te mandaría una paloma mensajera, un telegrama...
Las posibilidades son infinitas, las oportunidades no siempre deberían serlo.

Como en el fondo soy una romántica, ésta es la última: si en una semana, a lo sumo diez días, no recibes una carta... Colorín colorado, esta historia se ha acabado.

Tenemos que darnos cuenta de que, a veces, nosotras somos nuestras peores enemigas, consintiéndonoslo todo, o mejor, consintiéndoselo todo nos olvidamos de que las que sufrimos, de que a las que dañamos... es a nosotras mismas.

No digo que ahora tengamos que ir con el látigo en ristre siendo unas auténticas hijas de puta... sólo digo que tenemos que cuidarnos más, que querernos más; que nos merecemos cosas buenas y no sufrir por cuatro retardados que no nos dedican ni la décima parte de los pensamientos que nuestras cabezas gastan en ellos.

Sed fieles a vuestros sentimientos, sed fieles a vosotras mismas, mimaos, quereos, cuidaos, consentíos... pero no os hagáis daño, por favor.