lunes, 30 de junio de 2014

Gestos que cambian el mundo

Hace un tiempo hablaba de la bondad de  acariciar a un extraño. Sigo convencida de que tocamos tanto nuestros teléfonos, que se nos está olvidando el tacto de los demás.

También leí hace poco un artículo sobre por qué los rusos no sonríen (o más bien por qué son más selectivos con este gesto). Por no dejar a nadie con la duda, resumo que es porque allí, la sonrisa no tiene connotaciones sociales, ni se regala. O eso decían.

Pues bien, últimamente sonrío más.
No es que tenga nada en contra de Rusia.
Es que me ha dado por ahí.
Es bonito y no sólo alegra a quien la recibe, sino que te va sumando puntos a ti también.
Y lo que beneficia a todas las partes implicadas me parece, por definición, bueno.

A mi me gusta tanto que me sonrían, que alguna vez ha llegado a cambiarme el día un desconocido risueño.

Así que sólo les pido un favor... Miren a las personas a los ojos... ¡Y sonrían!


No hay comentarios:

Publicar un comentario