lunes, 4 de abril de 2011

Ni bueno, ni justo.

A veces, no sé muy bien por qué, damos oportunidades hasta límites insospechados.
Es loable dar a quienes nos rodean la posibilidad de enmendar sus errores, de la misma manera que recibirla; pero no siempre es bueno. Ni bueno, ni justo.

Hay ocasiones en las que damos terceras, cuartas, quintas, sextas... (y así hasta el infinito) oportunidades, y seguimos decepcionándonos un día sí y otro también.
La culpa es de quien no cambia, pero también nuestra, que confíamos más en nuestros deseos que en la capacidad del otro.
¿Por qué seguimos esperando que las cosas sean diferentes si tenemos la experiencia previa que demuestra que no todo el mundo puede "mutar"?
¿Somos tan generosos que no nos importa recibir una decepción tras otra o somos tan egoístas que no queremos asumir que nos hemos equivocado?

¿Acaso nos hemos hecho inmunes al dolor... o es más bien que nos valoramos tan poco que no nos importa el daño que nos inflijamos?
No sé... le daré una vuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario