Yo también he emprendido un largo viaje. Desde hace tres días no hago más que conducir. Necesitaba alejarme de las miradas, de la tristeza, de las bocas llenas de palabras vacías. De la compasión fingida de quien no entiende que la mente tarda más en sanar que el cuerpo, mucho más… Lo he dejado todo atrás y he puesto rumbo al ocaso. Mi destino no está marcado en ningún mapa, ningún gps conoce las coordenadas del lugar al que me dirijo, porque no me dirijo a ninguna parte. Sólo pienso, conduzco, escucho música, como lo que me apetece cuando me apetece, duermo cuando lo necesito, bebo mucha agua y, ocasionalmente, doy un sorbo a la botella de Four Roses que duerme en mi mochila. Lloro a veces y me pregunto por qué todo el rato. Pero por fin, arrastrando infinitas horas de pena agarradas a las pestañas, mientras veo cómo cientos de insectos abandonan el mundo porque sí, entiendo que a veces las cosas simplemente suceden y que igual que con las monarcas, no hay culpables de que ya nadie aletee en mi barriga.
[1] SHEPARD, SAM. Crónicas de Motel.
[1] SHEPARD, SAM. Crónicas de Motel.
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