Mesilla. Rocío Tizón |
-500
euros. 500 euros invertidos en que alguien me ayude a cargar con el peso de
esta decisión y se dejan la puta mesilla de noche en mitad de la calle –dice
mirando por la ventana mientras oye cómo el camión de mudanza gira a la
derecha-. 500 pavos.
Saca el
móvil del bolsillo rezongando.
-500
putos euros, para esto. Putos mudanceros
o como coño se llame a los que te hacen la puta mudanza. Puta mesilla. Puta Ley
de Murphy –suspira-. Puto Paco… -dice mientras busca el teléfono de la empresa
a la que ha contratado-. Hola, soy María, acabáis de llevaros mi mitad de la
casa en el camión y os habéis dejado la mesilla de noche.
Escucha
cómo su interlocutor pregunta a su compañero:
-Niño,
¿has cogido una mesita?
-Yo he
metido todo lo que había en la acera.
-Todo
menos la mesilla –contesta ella alzando levemente la voz-.
-No sé
señora, mi compañero dice que ha cargado todo lo que había…
-Ah…
vale… Entonces igual esto también es mi imaginación y no estoy viendo la puta
mesilla de noche en mitad de la puta calle, recibiendo a los coches a porta
gayola.
Silencio
al otro lado del teléfono. Risas disimuladas.
-¿Puede
llevarla usted a la nueva dirección? –Pregunta el operario-. Ya estamos en el
túnel y dar la vuelta va a ser muy difícil…
-Sí, claro,
total les pago 500 pavos para que me toque a mi ir en mi puta Vespa con la
mesilla de los cojones enganchada a la espalda como si fuese un puto sherpa…
Las risas
ya no son tan discretas.
-Perdone
señora… Iremos a por ella, pero tardaremos un rato –contesta compasivo-. ¿Le
importa que descarguemos y volvamos después?
-Vale.
Bajo a quitarla de en medio. -Coge las llaves y cuelga mientras baja las
escaleras-.
Acompaña
cada peldaño con un pensamiento.
Uno. Todo
me pasa a mí.
Dos. Además
de cornuda, apaleada.
Tres. Menos
mal que Paco no está en casa; sólo faltaba que me viese desquiciada por la
mesilla de noche.
Cuatro.
Que ni si quiera me gustó cuando la compró.
Cinco. Que
realmente me llevo para que la suya se quede viuda.
Seis.
Como yo.
Siete. Porque
quise matarle por infiel…
Ocho. Puto
Paco.
A un
par de metros de la puerta del portal, mirando la maldita mesilla a través del
cristal ve como una furgoneta la arrolla haciéndola astillas.
Sale
corriendo a la calle, coincidiendo con el frenazo tardío de la conductora, que abre
la puerta desconcertada.
-¿Estás
bien? –Pregunta desde la acera-.
-Sí, yo
sí, pero…
-Tranquila,
no pasa nada. Era de mi ex… -grita triunfal-.
Ambas
sonríen.
-¿La
remato? La furgo es del trabajo… –Comenta cómplice la conductora-.
-Por
favor… –contesta María extendiendo la mano derecha y dándole absoluta potestad
sobre el amasijo de madera y mentiras.
Se da
la vuelta y entra de nuevo en el portal. Escucha crujidos y le parece
distinguir un “si es que son todos unos cabrones…”. Sonríe. Más crujidos,
Sonríe más, y finalmente distingue el motor alejándose. Saca el móvil, rellama y saborea las
palabras:
-A
tomar por culo la mesita de noche. Está perfecta donde está.
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