Hay gente que está en un permanente estado de espera.
Muchos.
Me atrevería a decir que todos.
A veces la espera es activa, despierta, voraz.
Otras está acunada en un hombro; escondida de la vista pero dispuesta a despertar y ponerse de puntillas, y susurrarte: YA.
O enredada en las pestañas... Oculta, pero preparada para descolgarse ante tus ojos y mirarte fijamente.
Hay gente que, incluso cuando cree que ya no espera, se sorprende aguantando. Y aguardando.
Porque esperar es acechar, quedarse, permanecer. Pero también es aspirar, creer, confiar...
Y eso, no puede ser casualidad.
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